jueves, 2 de septiembre de 2010

Disculpen las molestias, pero esto es una revolución…

Publicado por Luis Marín.



Al pueblo de México:


A todos y cada uno de los mexicanos. Con todo honor y todo respeto a los que ya vivieron en ésta tierra, a su memoria. Con todo el mejor deseo y una gran esperanza para las generaciones futuras que sucederán nuestra existencia en este país, en este continente, en este mundo.

A todos aquellos que quieran oírme y entenderme. A todos los que se identifiquen con éstas palabras. A todos ustedes: ¡Atención!

Hermanos, hermanas, para ustedes. A todas las supuestas minorías. A todos:

Hoy me dirijo a mi pueblo, a mi gente. Yo, cosa que nada vale, mancha en el pavimento, sombra de una hoja seca. Yo, joven creador. Ambicioso y rebelde, yo. Inexistente yo. Yo me dirijo a ti, hermano. Tú, que no me conoces, que no me has visto. Tú que no me entiendes. Tú, que escuchas mi llamado: tú. Tú que me ves reflejado en ti.

Para todos ustedes, para que entiendan, para que yo lo haga. Para ver que somos como tú, piedra. Somos piedras fijas en el suelo. Somos el suelo que a diario pisan. Así es mi vida, piedra. Como tú, piedra preciosa. Como tú que no has servido para ser ni piedra de un palacio, ni piedra de una iglesia. Como tú que tal vez estás hecha solo para una honda. Como tú, aventurera. Como tú, rebelde.

Al pueblo de México:

A los pueblos y gobiernos del mundo:

Hermanos, nosotros también nacimos de la noche. En ella vivimos. Moriremos en ella. Pero la luz será mañana para los más, para todos aquellos que hoy lloran la noche, para quienes se niega el día, para quienes es regalo la muerte, para quienes está prohibida la vida. Para todos la luz. Para todos paz. Para todos todo.

Nosotros que en la oscuridad vivimos, nosotros que soñamos. Nosotros invisibles a los ojos del proletariado. Nosotros hoy salimos de la oscuridad. Nosotros hoy hablamos y decimos: ¡YA BASTA!

Yo, tú, nosotros: vemos en torno a la infamia y al desorden y oímos voces que piden orden, una pequeña parte del gran orden divino para ser realizado en ésta tierra. Oímos el silencio: el gran silencio de los cielos que noche a noche se tiende como una mansa bestia, con su trémulo vientre antiguo sobre nosotros, el silencio que nada afirma ni nada niega cuando se alzan los gritos de la violación y el despojo. Y sentimos que en cada gota de sangre derramada, en cada hora de miedo vivido, o en cada injusticia cometida debería retumbar una respuesta. Vemos como la historia va acumulándose, gota a gota, infamia tras infamia, colmando vasos frágiles y sudorosos.

¿Y quién podrá volver a atar los elementos cuando estallen hirviendo esas minucias urgentes y sagradas, las que cada hombre exige como su muy debida parte de la felicidad en este mundo?

Tú y yo vivimos el bicentenario de la independencia y el centenario de la revolución. Tú y yo vemos que todo sigue igual. Tú y yo entendemos, pero hay quienes no. Tú y yo, como hermanos deberíamos participar y cambiar. Para cambiar el mundo, primero debemos cambiar nosotros. Tú y yo podemos hacerlo. Con tu puedo y con mi quiero hagamos un mundo nuevo. Con tu puedo y con mi quiero vamos juntos, compañero. Porque no basta vivir mal para querer vivir mejor: hay que saber cómo es posible vivir mejor. Porque no basta el sufrimiento para actuar: el sufrimiento que no se entiende nos vuelve malos y violentos. Hay que entender lo que es justicia: porque entonces ya no son el hambre, ni la miseria, ni el rencor simplemente los que nos mueven hacia el gran cambio.

Hay que entender que somos muchos. Hay que tener ideas, hay que saber para que nazca la esperanza. Hay que entender para movernos por el amor a los demás. Y sobre todo seamos siempre capaces de sentir en lo más hondo cualquier injusticia cometida contra cualquiera y en cualquier parte del mundo, ésa es la cualidad más linda de un revolucionario. Hay que entender que somos muchos y somos uno. Muchos colores en la piel o en los ojos, muchos idiomas, muchos gestos distintos al hablar, y sin embargo somos uno, un solo hombre verdadero, el Hombre. Tú, yo, nosotros. Y nacimos iguales, y el mundo es nuestra casa por derecho.

Tú y yo sabemos y vemos. Pero hay quienes no. ¿Cómo exigir al gobierno, al pueblo, a Dios, a la vida un cambio si nosotros no contribuimos a que eso suceda? ¿Porqué quejarnos de la desigualdad si nosotros no somos justos? ¿Cómo esperamos que el mundo avance si tú y yo no caminamos juntos hacia el gran cambio, hacia el futuro? Exigimos igualdad y somos intolerantes, exigimos respeto y agredimos y humillamos, exigimos justicia y corrompemos. Pues llegó la hora del cambio. Ya se vislumbra el horizonte.

Nuestra lucha es por hacernos escuchar, y el mal gobierno grita soberbia y tapa con cañones sus oídos. Nuestra lucha es por el hambre, y el mal gobierno regala plomo y papel a los estómagos de nuestros hijos. Nuestra lucha es por un techo digno, y el mal gobierno destruye nuestra casa y nuestra historia. Nuestra lucha es por el saber, y el mal gobierno reparte ignorancia y desprecio. Nuestra lucha es por la tierra, y el mal gobierno ofrece cementerios. Nuestra lucha es por un trabajo justo y digno, y el mal gobierno compra y vende cuerpos y vergüenzas. Nuestra lucha es por la vida, y el mal gobierno oferta muerte como futuro. Nuestra lucha es por el respeto a nuestro derecho a gobernar y gobernarnos, y el mal gobierno impone a los más la ley de los menos. Nuestra lucha es por la libertad para el pensamiento y el caminar, y el mal gobierno pone cárceles y tumbas. Nuestra lucha es por la justicia, y el mal gobierno se llena de criminales y asesinos. Nuestra lucha es por la historia, y el mal gobierno propone olvido. Nuestra lucha es por la Patria, y el mal gobierno sueña con la bandera y la lengua extranjeras. Nuestra lucha es por la paz, y el mal gobierno anuncia guerra y destrucción.

En éste bicentenario más que celebrar dan ganas de luchar, de armar una revolución. Dan ganas de dudar y cuestionar. Dan ganas de ser tú mismo, tú hombre, tú mujer, tú mexicano. Dan ganas de cambiar. Hay que oír lo que callamos los de abajo. Abajo está el corazón, no arriba: abajo. Hay que oír lo que gritan en el silencio:

Dicen palabras que nos convierten en otro hombre. Dicen ideas que nos anidan en la cabeza. Dicen y escuchamos. Dicen y aprendemos. Hay palabras, hay ideas, que se nos van filtrando. Y lo que no hizo el hambre en un bicentenario, y lo que no hizo la injusticia en un bicentenario, y lo que no hizo la violencia en un bicentenario, lo hacen ahora unas palabras, y nos vamos uniendo en grupos y ya no hay nadie solo. Y esperamos. Hasta que venga una palabra, una palabra inmensa que nos estreche a todos y nos una. Estas palabras que nacen del corazón. Ésta nuestra palabra sencilla que busca tocar el corazón de la gente humilde y simple como nosotros, pero, también como nosotros, digna y rebelde. Esta nuestra palabra sencilla para dar cuenta a todos los corazones que son honestos y nobles, de lo que queremos en México y el mundo. Ésta nuestra palabra sencilla, porque es nuestra idea el llamar a quienes son como nosotros y unirnos a ellos, en todas partes donde viven y luchan. Podrán silenciar pensamientos, callar nuestras voces, pero nunca podrán callar a nuestro corazón. No morirá la flor de la palabra. Podrá morir el rostro oculto de quien la nombra hoy, pero la palabra que vino desde el fondo de la historia y de la tierra ya no podrá ser arrancada por la soberbia del poder. Y retiembla en sus centros la tierra. De la historia. Del pueblo.

Sólo hace falta una revolución. Es necesario un cambio profundo, radical, de todas las relaciones sociales en el México de hoy. Es necesario una revolución, una nueva revolución. En suma: no estamos proponiendo una revolución ortodoxa, sino algo mucho más difícil: una revolución que haga posible la revolución… Una revolución ideológica: discernir, dudar, dejar de ser escépticos. Cuestionar. Pensar para ser libres y ser libres para pensar. Porque la más hermosa de todas las dudas es cuando los débiles y desalentados levantan su cabeza y dejan de creer en la fuerza de sus opresores.

La diferencia entre lo irremediable y lo necesario, es que para lo primero no hay que prepararse. Y solo la preparación hace posible determinar lo segundo.

Suponga usted que es mexicano. Suponga que su piel es morena, que su lengua es diferente a la del extranjero, y que su cultura viene de muy lejos, de cuando el tiempo no tenía tiempo. Suponga que no tiene casa, que no tiene medicina, que no tiene alimento, que no tiene trabajo, que no tiene educación, que no tiene tierra, que no puede gobernar ni gobernarse, que su futuro está hipotecado al extranjero, que no tiene libertad para pensar ni para hablar, que la guerra es una sombra continua sobre el suelo. Suponga todo esto y responda: ¿No diría usted “¡YA BASTA!”?

Que en éste bicentenario (en que ni independencia, ni revolución) el otro grito sea: ¡YA BASTA!, Porque dejar de luchar es comenzar a morir.

Disculpen las molestias, pero esto es una revolución…

Esta es la alarma: este silencio extenso en que la tierra chapotea, este confuso barbotar de sueños en que se va insinuando una palabra en la conciencia del durmiente, una palabra que va a filtrarse hasta los huesos, para hacerlos brillar como relámpagos, cada esqueleto un blanco rayo articulado, cada músculo endurecido por la sangre, hasta la chispa de la espada, hasta el desganamiento del cañón, todo el cuerpo humillado distendiéndose hacia la gran palabra: ¡Libertad!

Mientras el mundo se desgarra a mordiscos, mientras los dientes imperiales del opresor que atacan al opresor parten en dos los mapas y los mares, llega la hora de los pequeños. Tiende la tierra sus abundancias para el que nace en ella -¡Tierra y libertad!-

Luchemos por un mundo nuevo con dignidad, paz y justicia. Lo más oscuro de la noche es antes del amanecer.

Este país está enfermo. Cuando su enfermedad haga crisis, será su cura. Esta soledad colectiva, multiplicada en millones y potenciada, terminará por encontrarse y encontrar la razón de su impotencia. Entonces, y sólo entonces, este país perderá el gris que la viste y se adornará con esas cintas de colores que abundan en provincia. Basta entenderlo y, como dijo no sé quien, luchar y empezar a ser felices…

Un cenzontle de bronce lanza un enorme grito desde las bocas y campanarios de los pueblos más pobres: que sea la voz de México la que grita conmigo: ¡Viva México!

*Fragmentos tomados de diversos textos y autores, tales como: Mi general Emiliano Zapata Salazar, Ernesto Guevara de la Serna "El Che", Mi Subcomandante Insurgente Marcos, Emilio Carballido, Beatriz Aurora, Bertolt Brecht, Leticia Servín, Mario Benedetti, León Felipe, así como de la cuarta y sexta declaración de la selva Lacandona. Y textos complementarios de su servidor: Luis Marín.

6 comentarios:

  1. Me agrada que tengas muy bien situados tus objetivos, lo digo porque yo siempre estoy fluctuando :S...

    Saludos!

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  2. Oiga Luis, todo me gusta y va mucho con su ideologia y me gusta que tenga todo tan firme. Sólo dos observaciones. No claudiques, aún cuando los que te siguen sean cinco, dos o ninguno. No permitas que esta spalabras se queden sin acción por que eso sería desatroso.

    Lo segundo, es que cuando dice " Suponga que su piel es morena, que su lengua es diferente a la del extranjero, y que su cultura viene de muy lejos, de cuando el tiempo no tenía tiempo. Suponga que no tiene casa, que no tiene medicina, que no tiene alimento, que no tiene trabajo, que no tiene educación, que no tiene tierra, que no puede gobernar ni gobernarse, que su futuro está hipotecado al extranjero, que no tiene libertad para pensar ni para hablar, que la guerra es una sombra continua sobre el suelo." Me gustaría saber a que te refieres con piel morena ¿Sólo los de piel morena son mexicanos? ¿Sólo los de pierl morena tienen esas carencias?... no se, a mi no me quedo claro... y se que no eres malintencionado... solo que a mi em seuna extraño.

    Usted sabe que lo quiero carnalito... y que lo apoyo en todo

    ¡Saludos!

    Yeni Chupacabritas

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  3. Querido Luis:

    El tema de la Revolución es de cuidado. No por lo que su mero significado implica, sino por la responsabilidad de quienes la quieren. Usted sabe: la Revolución.

    Me encantó esta entrada. Creo que todos sabemos hacia donde va México y debemos preguntarnos si nosotros vamos hacia ese lugar también.

    Un abrazo fuerte.

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  4. Para nosotros la digidad insurrecta, para nosotros la alegre rebeldía. Creo que no hay forma más hermosa de vivir ni de morir que luchando por lo que queremos ¡Hasta la vitoria Siempre!

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  5. Apenas puedo pasarme por aquí,
    me encuentro con una agradable sorpresa
    este post logró que se despertara mi lado activista, pero no sólo eso... sino que realmente hizo que siguiera en esta línea de compartir lo aprendido a los demás, eso que llaman crecer conjuntamente.
    :)
    Saludos n.n

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  6. Me da mucho gusto que mi escrito haya servido para mover conciencias, y qué mejor que llegar al activismo. Eso es lo que buscaba. Muchas gracias :D

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