viernes, 16 de abril de 2010

El cuento de lo que siento [y no debería sentir].

Publicado por Luis

Jugaba yo un día que te quería, que me querías… ¡que nos queríamos!, jugaba yo un día que te besaba, que me besabas… ¡que nos besábamos!, pero es que yo jugaba, pues. Al atardecer del monte descendió la llovizna alegre que vino a empapar mi llanto y a dejar tus besos detrás del aguacero. Yo corrí y corrí y no fue que me fijé sino hasta que me caí, ¿y porque es que me caí? Pues ¿por qué ha de ser? Porque no miraba el camino, no divisaba nada porque no podía correr sin pies ¿y porque no tenía pies?, pues ¿Por qué ha de ser? Pues porque los olvidé. Sí, los olvidé allá, allá debajo del cerezo rosa aquel, en el que metí tu nombre, y mis anhelos también.

¡Ay chula, prieta querida!, ¡¿qué cosas te he de contar?! Pero la fragua aun no termina, deja que te termine de explicar: la cosa es que yo volví donde había dejado mis anhelos, mis sueños y tus besos, ahí al ladito del maletín encontré mis pies, mis ojos y mi vida, pero me encontré con tu despedida (lo cual no me sorprendió) y adherido a tu maleta, hallaba tu dirección, y un mensaje que dictaba algo más o menos así:

“Solo escuchaba tus gritos desafinados, los que me molestaban a cada ensayo, de que quieres y no quiero, ¡más bien de que no puedo!... ¡no podemos!, y que si fuera cuestión de querer, pues qué me preguntas a mí, yo ya te contesté, pero ahora me he de ir”.

Una nube flotaba rascándome la azotea, las ideas cuajan sin sabor, sin azúcar y de pronto me encuentro corriendo. Tomo el metro más próximo a tus andadas, y te chiflo desde antes de llegar a la parada – ¡vuelve!, ¡no te vayas!, y sí te vas, déjame algo pa’ que te recuerde- corría y corría entre la gente y hombres circuncidados, mujeres plásticas, mentirosas, tú resaltabas desde arriba de los edificios. Ya no jugaba, ahora soñaba con alcanzar tus alas, las que dejaste prendidas en las escaleras, debajo de donde te encuentras.

¡Me voy a tirar!, ¡me voy a tirar! –Dices tú- ¿tirar de donde, mujer? – te contesto yo-. ¿Pues de donde ha de ser?, digo ¿qué serías más práctico? Adelantarme a rescatarla o esperar que me conteste mientras cae…

¿A dónde cae? A mis brazos… el tiempo que jugamos se acabó.

De pronto me despierto bajo la luz y sobra, blanca y negra, del tiempo. Todo esto lo siento, y es, precisamente, lo que no debería sentir.

Juguemos, y esperemos… y caerás a mis brazos, como manzanas del árbol. ¿Cómo qué? ¡Como tus pies a mis prados!

3 comentarios:

  1. hola¡¡
    me encantoó tu escrito
    está bien llegador :)
    De verdad que me encanta como escribes
    bueno ya es algo noche jajaja
    me despido
    cuidate

    espero andes bien
    :P
    bye

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  2. mocosito feo!!! te kiero nuk lo olvidz!! eres un niño super increible y sabes k puedes contar con migo para lo k sea aunk de repente me sienta utilizada jajaa pero mmm para eso estamos los amigos no cres?? sigo insistiendo no cierres tu blog.. te kiero mensito nunk lo olvides y cuando kieras sabes k son vienvenidos 10 pesos jajaja te kiero!!

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