viernes, 23 de octubre de 2009

AGAPANTO.

Publicado por Luis



“¿No te parece?... – susurraba el alma en el aire, llena de sentimiento- ¿No te parece, que el Agapanto ha cesado?”

Fue lo último que le escuché decir.

La noche, tierna y transparente, albergaba y amparaba todos los sentimientos que hubieran llenado mi ser la tarde del mismo día, poco antes de su llegada.

Sus luceros, adheridos a su alma, tiritaban fríamente sobre mi cabeza. Colmaban mi mente con cada idea, con cada recuerdo que fue casi imposible desfallecer.

La luna, que desde hace poco me observaba con esa mirada característica de aquella persona que compadece al sufrido enamorado. Su cara, tan blanca… pálida; como las plantas de mis pies. Sus ojos tristes, perdidos…

¿Susurró?... me pareció escuchar un “Espera” acompañado de la fría brisa de la noche.

Era yo, aquel Agapanto caído, era yo el sueño perdido entre la multitud de anhelos, pero el destino entretejió dos sueños, que, lejos de ser distantes, eran complementos, a pesar de ser distintos…

Solo pude decir, en representación de mi alma, aquellas palabras que hicieron de nosotros aquel sueño eterno de la promiscuidad decadente, dando paso… al sueño eterno e incomprensible de la vida.

Esas palabras no se pierden… ¡No las pierdas!

Entender un sueño es complicado, esperar verlo realizado más aún. Pero lo entiendo… te entiendo. No me expliques nada, solo, por favor, sostén la mirada un segundo, que quiero escucharte decir lo que gritan tus ojos.

El agapanto ha cesado, ha cesado de esperar triste en la soledad. Ahora has recogido a este pequeño sueño que clama solo por un poco de tu aliento.

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