domingo, 23 de agosto de 2009

Tazcatlipoca. -El Espejo Humeante-

Ometéotl, creador, principio dual, masculino y femenino (en la mitología nahua -aztecas y demás culturas mesoamericanas de habla náhuatl-) engendró cuatro hijos: el primero fue Xipe Totec, el segundo fue Tezcatlipoca, el tercero fue Quetzalcóatl, y al cuarto le llamaban Huitzilopochtli.
Tezcatlipoca es el guerrero del norte, representa el cielo nocturno, la luna y las estrellas. Es llamado "noche y viento, el arbitro, el que piensa y rige por su propia voluntad". Es el dios de la noche y la tentación. Una de sus características más relevantes es poseer la juventud eterna, por eso era llamado telpochtli (el siempre joven). Es invisible, virtud por la que se lo creía omnipresente. Tiene la habilidad de conocer los sentimientos de las personas. Su nombre significa “Espejo Negro que Humea” o “Espejo Humeante”, y sus representaciones eran pintadas con un tipo especial de tintes con reflejos metálicos. Solía aparecer representado con una franja negra en el rostro y un espejo de obsidiana en el pecho, donde veia todas las acciones y pensamientos de la humanidad, y del cual brotaba un humo que mataba a sus enemigos. La condición de espejo resume a Tezcatlipoca, los contrastes y dualismos presiden todas sus funciones.
Tezcatlipoca tiene una pierna más corta que la otra, en la cual muestra el hueso expuesto (donde debería estar el pie), lo cual simboliza el balance que el ser humano debe buscar en la vida. Su disfraz es el jaguar, y su atributo principal es el espejo que humea. Esta idea de espejo de imagen brumosa e inestable, así como su relación con las actividades profanas, sugieren que Tezcatlipoca es un símbolo de la humanidad, un reflejo de nuestro mundo imperfecto y contradictorio. Se le atribuye además el nombre yáotl (el enemigo), se le considera maestro hechicero, y se le asocia en algunas ocasiones con las fuerzas de la destrucción. Por estas razones es uno de los dioses más temidos y respetados. Se cree que anda de noche aterrando a los cobardes o potenciando la fama de los “supuestos” valientes que soportan su terrible y desagradable presencia. Tezcatlipoca, señor del fuego y de la muerte, dueño de las batallas, incitaba a unos contra otros para que tuviesen guerras.Pero a pesar de algunas descripciones dantescas que lo caracterizan, Tezcatlipoca siempre equilibra su imagen con buenas acciones, como la creación del aire y la música (en una mano porta flechas, en la otra una flauta). Es el dios que da y quita la riqueza, es el protector de los esclavos.
Entre los nahuas, Quetzalcóatl y Tezcatlipoca son deidades gemelas y al mismo tiempo antagónicas, y juntos crearon al mundo. Quetzalcóatl preside el Calmécac, escuela de los nobles, de donde provienen los jefes cívicos, militares, sacerdotales y de la realeza. Mientras que Tezcatlipoca, el dios todo poderoso, multiforme y ubicuo, preside la casa de los guerreros jóvenes y solteros, el Telpuchcalli, escuela popular donde asisten plebeyos. Entre las festividades con sacrificios en honor a Tezcatlipoca se destacaba el Tóxcatl, que era como la pascua de resurrección. En esta festividad se elegía a un joven apuesto para vivir un año de lujuria y placer, luego la víctima disfrazada de Tezcatlipoca, recorría las calles tocando la flauta y siendo adorado, entonces subía a lo alto del templo, donde se le extraía el corazón. El dios, sacrificado en la persona de un prisionero, renacía en otro hombre joven que lo representaba hasta morir el año siguiente.
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Al CIRCULO DE FUEGO; Los que ya se han ido, los que están presentes y los que tienen que llegar.
Hace tres mil años había un ser humano, igual que tu y que yo, que vivía cerca de una ciudad rodeada de montañas. Este ser humano estudiaba para convertirse en un chamán, para aprender el conocimiento de sus ancestros, pero no estaba totalmente de acuerdo con todo lo que aprendía. En su corazón sentía que debía de haber algo más.
Un día, mientras dormía en una cueva, soñó que veía su propio cuerpo durmiendo. Salió de la cueva a una noche de luna llena. El cielo estaba despejado y vio una infinidad de estrellas. Entonces algo sucedió en su interior que transformó su vida para siempre. Se miró las manos, sintió su cuerpo y oyó su propia vos que decía: “estoy hecho de luz; estoy hecho de estrellas”.
Miró al cielo de nuevo y se dio cuenta de que no son las estrellas las que crean luz, sino que es la luz la que crea a las estrellas. “Todo está hecho de luz -dijo-, y el espacio de en medio no está vacío.” Y supo que todo lo que existe es un ser viviente, y que la luz es la mensajera de la vida, porque está viva y contiene toda la información.
Entonces se dio cuenta de que aunque todo estaba hecho de estrellas, el no era esas estrellas. “Estoy en medio de las estrellas”, pensó. Así que llamó a las estrellas el tonal y a la luz que había en las estrellas el nahual, y supo que lo que creaba la armonía y el espacio entre ambos es la Vida o intento. Sin Vida el tonal y el nahual no existirían. La Vida es la fuerza de lo absoluto, lo supremo, la creadora de todas las cosas.
Esto es lo que descubrió: Todo lo que existe es una manifestación del ser viviente al que llamamos Dios. Todas las cosas son Dios. Y llegó a la conclusión de que la percepción humana es solo luz que percibe luz. También se dio cuenta de que la materia es un espejo -todo es un espejo que refleja luz y crea imágenes de esa luz-, y el mundo de la ilusión, el sueño, es tan solo como un humo que nos impide ver lo que realmente somos. “Lo que realmente somos es puro amor, pura luz”, dijo.
Este descubrimiento cambió su vida. Una vez supo lo que en verdad era, miró a su alrededor y vio a otros seres humanos y al resto de la naturaleza y le asombró lo que vio. Se vio a sí mismo en todas las cosas: en cada ser humano, en cada animal, en cada árbol, en el agua, en la lluvia, en las nubes, en la tierra… y vio que la vida mezclaba el tonal y el nahual de distintas maneras para crear diversas manifestaciones de Vida.

En esos instantes lo comprendió todo. Se sentía entusiasmado y su corazón rebosaba paz. Estaba impaciente por revelar a su gente lo que había descubierto. Pero no había palabras para explicarlo. Intentó describirlo a los demás, pero no lo entendían. Vieron que había cambiado, que algo muy bello irradiaba de sus ojos y de su voz. Comprobaron que ya no emitía juicios cobre nada ni nadie. Ya no se parecía a nadie.
El los comprendía muy bien a todos, pero a él nadie lo comprendía. Creyeron que era una encarnación de Dios; al oírlo el sonrió y dijo: “Es cierto. Soy Dios. Pero vosotros también lo son. Todos somos iguales. Somos imágenes de Luz. Somos Dios”. Pero la gente seguía sin entenderlo.
Había descubierto que era un espejo para los demás, un espejo en el que podía verse a sí mismo. “Cada uno es un espejo”, dijo. Se veía en todos, pero nadie se veía a sí mismo en él. Y comprendió que todos soñaban pero sin tener conciencia de ello, sin saber lo que realmente eran. No podían verse a ellos mismos en él porque había un muro de niebla o humo entre los espejos. Y ese muro de niebla estaba constituido por la interpretación de las imágenes de la luz: El Sueño de los seres humanos.
Entonces supo que pronto olvidaría todo lo que había aprendido. Quería acordarse de todas la visiones que había tenido así que decidió llamarse a sí mismo el Espejo Humeante para recordar siempre que la materia es un espejo y que el humo que hay en medio es lo que nos impide saber que somos. Y dijo: “Soy Espejo Humeante porque me veo en todos vosotros, pero no nos reconocemos mutuamente por el humo que hay entre nosotros. Ese humo es el sueño, y el espejo eres tú, el soñador”.

1 comentario:

  1. Hola!
    Se ve que esta muy interesante tu blog.
    Ahorita no puedo opinar bien bien porque ando ocupada, pero vuelvo luego y lo checo bien vale?
    Asi será una mejor opinión =P
    Buueno me voy. Cuidatee
    Te quiero muchoo!
    Adios

    Atte:
    Bety

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