sábado, 2 de octubre de 2010

2 de octubre de 2010: 2 de Octubre… ¡No se olvida!





¡Está haciendo un jodido frío en las mañanas!, estoy pensando muy seriamente en cambiar mi horario deportivo, en la tarde o en las mañanas, pero más tardecito. Corro con los labios hinchados y los mocos se asoman tímidos por mis fosas nasales no dejándome respirar y obligándome a hacerlo por la boca. Los músculos se tensan. Las manos, los puños cerrados, se me entumen de frío. Ni un alma a las 7 de la mañana, sino hasta un poco después, cuando los corredores experimentados creen que ya es buena hora para salir a correr. ¿Seré muy notorio entre los corredores de cajón? Debe ser, mi respiración entre cortada, mi sudadera empapada, mis músculos sufridos… seguros seré muy notorio.
Ayer me di cuenta de que les miento un poco sobre lo que pienso mientras corro, la verdad, al Igual que Murakami, mientras corro no pienso mucho, sí lo hago, pero lo que pienso más bien se me olvida al instante. Hoy, por ejemplo pensaba en el jodido frío que hacía, pero no fue hasta que regresaba caminando que me puse a pensar cosas más interesantes.
Ayer no pude aguantar la tentación de fumarme un cigarrito, pero bendito sea Dios que mi organismo lo rechazó inmediatamente. No fumé ni la mitad. No quería, no podía. Mis pulmones se llenan de fortaleza con el ejercicio físico. Creo que soy una persona a la que no le importa mucho el aspecto físico, la apariencia, por fuera, más bien soy una persona que se preocupa por su salud y bien estar. La vanidad forma parte, es obvio. El ego masculino también tiene sus desplantes, pero gracias a Dios en mi no se presentan tanto. Me importa más tener unos pulmones sanos que un abdomen de lavadero.  De hecho si alguien me preguntara porqué corro creo que la respuesta sería fácil, nada original y muy poéticamente metafórica: “corro tras mis sueños, corro tras de ti” –Rodrigo Solís-; alguna vez, en un recorrido ciclistas por el municipio de Emiliano Zapata con unos amigos, al llegar a descansar a un cerro hablábamos de las bondades de la bicicleta, que servía como deporte, como transporte, como entretenimiento, etc. Pero Sergio, mi amigo, me dijo algo muy cierto: “más que una deporte, la bicicleta es cardio. Haces más fuerte y resistente a tu corazón”. Así que, en resumen, si me preguntan por qué hago éstos deportes la respuesta obligada es obvia: “Corro tras mis sueños, corro tras de ti. Y hago bicicleta para hacer más fuerte y resistente al corazón.” Metafórica y literalmente hablando.
Ayer comencé una novela. Me di cuenta de que Haruki Murakami tiene la boca llena de su razón porque escribir una novela es lo más complicado que me he aventado hacer. Un cuento es mucho más fácil (claro, también con su nivel de dificultad) pero en una novela tienes que ser constante y tener un buen nivel de concentración, los errores son más probables y es más difícil sacarse cosas de la manga. Pero también tiene razón que escribir una novela es como correr: sale solo, viene solo, y lo importante es la concentración y la constancia. No sé dónde ni cómo acabará esta novela, pero es un hecho de que buena o mala, por mis pantalones quiero terminarla.
Y justamente pensaba todo esto mientras corría y mientras no, mientras regresaba caminando. Pensaba también en la fecha de hoy: 2 de Octubre (¡No se olvida!) y pensar que después de tantos años es algo que aún sigue en boca de todos cada año, no dudo que llegue a convertirse en tradición a éste paso. Pensaba en lo injusto que es el mundo, y en que uno no puede hacer nada por cambiarlo. Yo dejé de lado mi título de altruista mediocre, pero creo que en el fondo sigo siendo y seré un rebelde eternamente. Todo lo que hago lo hago por mí, es cierto. Primero estoy yo, después yo, y al último yo. Pero también es cierto que es plan con maña, porque en la medida de lo posible hago algo por los demás. Piénsenlo de éste modo: no puedes cambiar al mundo, mucho menos a las personas, pero con hacer que la vida, o por lo menos unos minutos de la vida de alguna persona sean de calidad habrás logrado muchas cosas. El simple hecho de decir buenos días con una sonrisa es bastante bueno. Coincido con Mafalda: “Comienza tu día con una sonrisa y verás lo divertido que ir por ahí desentonando con todo el mundo”. La buena vibra, al igual que las enfermedades, se contagia.
2 de Octubre no se olvida. Ni se olvidará porque el pueblo quedó herido. No se hirió la tradición, se hirió la dignidad. Y nuestra dignidad es más fuerte que su orgullo.
Hoy, lo único que puedo hacer, y no solo por los estudiantes caídos en la plaza de las tres culturas en el 68, sino por todas las supuestas minorías que han sido silenciadas en todo el mundo es dedicar mi sudor y mi esfuerzo físico a su memoria y hacer, en la medida de lo posible, lo que esté en mis manos para hacer de éste mundo un lugar placentero y mejor.

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