jueves, 24 de junio de 2010

Mi Anhedonía y la Gestalt.

Publicado por Luis

Antier me azotó una desesperación del mundo y sus casualidades.

“Todo lo que somos es el resultado de lo que hemos pensado; está fundado en nuestros pensamientos y está hecho de nuestros pensamientos.” - Siddartha Gautama Buddha-

La frase más hermosa, sabia y enigmática que he conocido. La tengo pegada en la frente, la repito, la uso, la escribo… ¡Y no la entiendo!

Ayer me vi envuelto en un duro remolino de verdades y realidades a las que me cegué por no ser yo. Y ése es el error más grave que he cometido y que cometo.

Tengo miedo, y un miedo inmenso, ¿sabes? El miedo a mí mismo. Es el peor de todos los miedos. Todos los miedos se superan encarándolos y ésos significa: enfrentarme a mí mismo. Y le tengo miedo al miedo.

Dice mi prima que sufro y que me gusta sufrir, y que sufro porque quiero, que es lo peor. Lo mejor, de mi parte, fue admitirlo. Pero es horrible ésa realidad. Ése grotesco círculo vicioso:

Es horrible verlo escrito, ponerlo en práctica y ver que soy YO, es aun peor. Y duele…

Dice mi prima que cometo el mismo error una y otra vez porque no aprendo. Según el Zen las cosas (los problemas) se te presentarán una y otra vez hasta que los soluciones BIEN y aprendas de ésos errores, cerrando ciclos.

Siguiendo el ejemplo de la Gestalt y bajo el precepto de que el TODO es más que la suma de sus partes, me doy a la tarea de cambiar ése círculo vicioso a mi favor. El boceto queda algo así:


Se lee bien, ¿no?

Ayer hablé con mi prima y me abrió los ojos con su encanto que es una mezcla de rudeza y sutileza combinadas de un modo realmente muy camuflajeado. Las pedradas fueron directas, al grano, sin rodeos:

Caigo en un error generado por mí mismo, que me genera sufrimiento, y no disfruto la vida por siempre estar sufriendo. Sinónimo de NEUROSIS.

Y seguí sufriendo (¡Neurótico!)

Me repetía sus palabras y escribí un cuento, melodrama masoquista y caí en mi juego estúpido de nuevo. Casandra me había dicho, horas antes: “Ordénate”. Laines, un día antes, me había dicho: “No te preocupes, ¡ocúpate!” y me senté, después de tanto drama, a ordenarme y ocuparme. Llegué, dolorosamente, a ésta raíz de mi Anhedonía.

Déjame describirte a un Neurótico:

“Un neurótico, de muchas maneras es alguien que está en corto circuito.
Un neurótico es alguien que no disfruta de su vida.
Es alguien a quien le pasan las cosas.
Es un disconforme permanente.
Es un manipulador de los demás y de sí mismo.

Un neurótico es alguien que pasa la mitad de su vida poniéndose trampas y la otra mitad cayendo en ellas.

¿Y cómo se manifiestan éstas trampas?

Fundamentalmente, en un individuo neurótico aparecen cuatro cosas:

a) Inmadurez
b) Anhedonía (¡qué palabra!)
c) Interrupción
d) Falta de límite entre el adentro y el afuera


Inmadurez.

Obviamente éste punto se refiera a la falta de recursos del neurótico, o al desconocimiento total de ellos. Nuestros aspectos neuróticos necesitan madurar para dejar de ser dependientes, pero están “verdes” para ello. Parecería que “nos falta un hervor…”, como se dice en España.

Entendiendo por madurar un proceso de crecimiento continuo, que consiste en traspasar el apoyo ambiental al autoapoyo.

Proceso significa tiempo y cambio.

Crecimiento significa expansión del Yo.

Continuo significa que no tiene principio ni final durante la vida del individuo.

Respecto del apoyo ambiental y el autoapoyo, quédate por ahora con el sentido obvio de éstos conceptos y dejemos abierto éste punto.

Anhedonía.

Este punto define literalmente la ausencia de placer, la incapacidad para obtener bienestar pleno de lo que se hace.

No importa cuánto esfuerzo se haga, qué importante sea el logro, qué adecuada sea la conducta, ni qué esperado sea el resultado; el neurótico no se permite el placer, por lo menos no el placer pleno, el que satisface, el placer sano.

Interrupción.

Éste es el mecanismo por el cual en neurótico impide que un proceso se desarrolle naturalmente y concluya por sí mismo, como en general tiende a pasar si no nos ocupamos de intentar acelerarlo…

Interrumpir, etimológicamente, significa “romper un vínculo o contacto entre dos cosas, persona o situaciones”. En nuestro caso, cortar el contacto entre lo que es y lo que será. Si para pasar de A a B interrumpo infinitas veces, nunca llegaré.

El mejor ejemplo que se me ocurre es el del proceso de confusión.

Cuando algo me confunde, tengo siempre dos posibilidades. Una, tratar de salir de la confusión, y dos, dejarme estar en ella.

El primer caso es el de la interrupción.

Quizá, en apariencia, se obtenga una sensación de tranquilidad, pero ésa tranquilidad es por “superar” el miedo a estar confuso y no por aclarar qué y cómo me confunde.

La confusión es un proceso normal del darse cuenta: sólo a partir del contacto genuino puedo descubrir (“des-cubrir”) la realidad, y sacar las coberturas transcurre en general con cierto grado de confusión.

En el segundo caso, no me interrumpo, dejo que el proceso se complete y se agote; sabiendo que al final podré salir de él.

Salir de la confusión es, muchas veces, paradójicamente, la consecuencia de dejarme estar en ella.

La certeza es, en general, consecuencia de haber dudado y, desde éste punto de vista, un no sé es la expresión de la apertura y el más positivo de los cambios hacia la realidad.

Interrumpir es condenarme a mantener dentro de mí mismo una situación inconclusa, que dejará paso a nuevas interrupciones.

Falta de límite entre el adentro y el afuera.

Ésta es quizá la más clara manifestación de nuestros aspectos neuróticos. Cuando interactúo con alguien –por ejemplo- y él me dice lo que le molesta o lo que le gusta o lo que le duele, sólo puedo contactarme con mi realidad si permanezco teniendo en claro que él está fuera de mí, y puedo y debo, por ende, hacerme cargo de aquello que en efecto es mío.

Decir que es importante darse cuenta de que el límite de mi piel separa mi exterior de mi interior parece una prerogrullada; sin embargo es la dificultad más frecuente y que da origen, en gran medida, a las otras tres.

Creo firmemente que si todos pudiéramos darnos cuenta de esta diferencia, de éste límite que impone nuestra piel, gran parte de las rabias, de las frustraciones, de las expectativas, y de los sacrificios que padecemos, morirían de muerte natural.”

[Jorge Bucay. “Cartas para Claudia. Palabras de un psicoterapeuta gestáltico a una amiga” Editorial Océano. Buenos Aries, Argentina.]

¿Lo ves?... ¡Soy un neurótico! O algo muy similar…

Darme cuenta de todo esto fue una sensación demasiado contundente. Me dolió al inicio y al concluir sentí una esperanza.

Bajo el precepto ya manifestado por Jorge Bucay, me doy a la tarea de pasar al siguiente paso. Y así solucionar mis problemas.

¡Darme cuenta es hermoso! Y me doy cuenta…

Y ¿sabes? Me alegra saberlo, sentir y poner en práctica ése cambio que quiero realizar en mi. Ya no quiero esconderme o ser lo que los demás desean y quieren que sea. Quiero ser YO. Quiero, debo y voy a ser coherente con lo que digo, pienso y hago.

4 comentarios:

  1. Desde siempre he sabido que no soy una persona complicada; en todo caso: yo me complico la vida.
    Pude identificarme con en varias (muchas) de tus palabras. Pero algo que me alegra confesarte (y no es precisamente una confesión porque me ha gustado decirlo antes) es que hace tiempo cerré un ciclo que creí que jamás iba a terminar. De hecho, cuando me atreví a hacerlo me sentí una extraña. Pero aquí estoy, muy feliz, muy sana, mejor que antes, desde luego.
    En fin, me agrada que estés en un proceso. Recuerda: el cambio es bueno. ¡Un abrazo!

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  2. Entiendo muy bien lo de cerrar ciclos y sentirse raro después de cerrar uno. Sin embargo, como bien ya lo mencionaste: siempre viene algo mejor :)

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  3. Wah, creí leer una clase de filosofía (con la mejor interpretación de esto). Creo que todos en algún momento somos seres complicados. Wah, curiosamente concuerdo con Montserrat, cerré un ciclo doloroso y aburrido, que me quitaba mi vida. Lo logré. Se siente raro, pero te surgen mil preguntas:
    Si pude cerrar eso ¡podré cerrar todos los demás! ¿O no?
    ¿Cuántos ciclos se cierran de verdad y cuántos se quedan abiertos?
    Obviamente, no tengo ganas de quedarme a descubrir cuántos serán esos ciclos, prefiero vivir, después de todo... se logra aprender mucho luego de cerrar uno solo.
    n.n
    Saludos :)

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  4. jaja io tbm me sentí identificada, nos atrae aquello en lo que de alguna forma nos sentimos reflejados,y no como somos, quiza como quisieramos ser o como fuimos... en todo caso, me alegro que empieces a darte cuenta, como dice bucay, y experimentar esa satisfacción, o felicidad o paz o llámalo como quieras, de un No sé a tu confusión... y tras ese "me complico la vida", no tiene por qué haber un No lo haré más, simplemente, si me gusta mucho pensar lo usaré para fines más productivos y si me agota o siento que me perjudica, me permitiré decir Paso, no sé... e incluso, no quiero saber de momento :)

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