domingo, 1 de noviembre de 2009

Tú.

Publicado por Luis


Quiero que seas tú de mí…

El rastro de mis pasos, las huellas que tímidas siguen mi caminar. La sombra del mismo cuerpo, que he de ser yo de ti la misma, de un modo un tanto siniestro. “Yo soy parte de ti, criatura de luz en cuya sombra doy la vuelta”.

Quiero que llenes tú con tu luz cada rincón de mi oscuridad. Quiero contigo todo aquello que he soñado, quiero ver cada anhelo realizado. Quiero que seas tú el olor, el perfume de mis flores. Quiero tu risa en mi conciencia, tu mano en mi pecho, tu voz en mi cabeza. Quiero correr contigo en la pradera, tomarte de la mano, correr… hasta llegar al lago claro. Nuestro.

Quiero nadar contigo en el lago del ensueño. Quiero besarte bajos la luz de la luna, bajo la oscuridad de la noche. Quiero ver tus ojos y jugar son tus cabellos. ¡Dulce fantasía! El olor de tus cabellos, el perfume de tu alma, la esencia de tu ser.

Todo esto y más quiero realizar contigo. Todo esto y mucho más. Que al final de la jornada, cuando el alma fatigada regresa como un lucero a la fría estancia de la conciencia, nada importa ya. Quiero estar contigo lo que dure la jornada. Y de ser posible un poco más.

He de regalarte yo a ti, mi dulce vida, mi vida misma y mucho más. Te entregaré el mar de ideas, de sueños, de inspiración, para que gobiernes tu cada rincón de mi guarida, para que me inspires más y hagas gran algarabía.

He de regalarte yo el aroma de la luna, que ya ahora es más tuyo que mío. He de regalarte una pradera de agapantos y del cielo, cada lucero he de regalarte, he de bajar cada estrella por tu amor.

He de regalarte cada pétalo de la flor del tiempo. Cada minuto, cada hora… cada sueño, cada vida.

Y plantare mil álamos a conciencia, y descansarás tú a la falda de sus raíces, jugarás tú con las hojas caídas en otoño y cada mañana, al ver por la ventana saludarás tú al Álamo que feliz ofrecerá para ti la luz del sol traslucida atravesando sus ramas y filtrándose por las ventanas de tus ojos.

Que lo que dura la vida será apenas un trozo de algo insignificante, en comparación con las largas noches que he pasado en vela, soñando ver realizado cada uno de estos sueños. Y que ahora mismo paso esta pena, esperando, solo tal vez… soñando que piensas en mí. Que observamos la luna al mismo instante, y nuestras almas, juntas dan a la noche un singular y encantador aroma…

El té verde, aroma de la luna, se desprende de los caídos agapantos y acaricia, con tal paciencia, cada hoja del álamo que solitario espera una palabra de tu alma que se germina en tu corazón… aquella palabra de paz, de amor…

Y se pierde…

¡¿Qué sería de la vida sin los sueños?!

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