-No me acuerdo de vos. Tengo muy mala memoria. ¿Quién eras? El marinero del Toronto Star, el de La Habana Maru, el astronauta enamorado de Benedetti, no me acuerdo.
-Es importante hacerlo. Quiero que me relates tu último optimismo. Yo te ofrezco mi última confianza.
-La esperanza tan dulce, tan pulida, tan triste, la promesa tan leve no me sirve.
-Aunque sea un trueque mínimo, debemos cotejarnos.
- No me sirve tan mansa la esperanza, la rabia tan sumisa, tan débil, tan humilde. El furor tan prudente no me sirve. No me sirve tan sabia, tanta rabia.
-Estás sola, estoy solo; por algo somos prójimos. La soledad también puede ser una llama.
-No me quieras, por favor, no me quieras, no me quieras, no me quieras...
-El Lado Oscuro Del Corazón-
uy, adoro esa escena!
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